Diagnóstico: depresión.

El síntoma más conocido de la depresión es el bajo estado de ánimo, sin embargo, deben darse otros para que pueda diagnosticarse como tal.

Criterios diagnósticos

De acuerdo con el manual diagnóstico DSM-V, una persona que padece depresión se ha sentido desesperanzada, sin ganas ni ilusión hacia casi todas las actividades de su día a día, durante al menos dos semanas. Además, ha tenido problemas del sueño, ya sean dificultades para dormir o ha dormido más de lo necesario, se ha sentido especialmente fatigada a lo largo del día; su peso ha variado significativamente, bien porque ha comido muy poco o en exceso; ha tenido dificultades para concentrarse y realizar tareas; se ha sentido culpable sin que existan causas que explican la intensidad de este sentimiento y ha tenido pensamientos sobre la muerte, como pueden ser ideas suicidas o la posibilidad de desaparecer.

Síntomas no exclusivos de la depresión

Estos síntomas no son exclusivos de una depresión, de hecho es probable que te sientas identificado con algunos de ellos, ya sea porque los has experimentado en algún momento o lo estás haciendo actualmente. Para poder proponer un tratamiento eficaz, los especialistas evaluamos otros posibles problemas originados por estos síntomas. Por ejemplo, pueden deberse a afecciones médicas o ser consecuencia de la ingesta de fármacos u otras sustancias, así que es importante descartar esa posibilidad. Consultar con un médico puede ayudar a esclarecer si es así o no.

Algunas experiencias cómo un duelo u otra pérdida significativa, vivir una catástrofe natural o recibir el diagnóstico de una enfermedad grave, pueden generar sentimientos y comportamientos similares a los de una depresión. En este caso, la historia vital de la persona sirve como guía para averiguar si padece depresión o si su respuesta es consecuente y adaptativa dada la situación que está viviendo. En concreto, saber cómo afronta las dificultades y si previo a estas circunstancias ha tenido episodios depresivos.

Para completar el diagnóstico diferencial, con el que se descartan otros problemas psicológicos y físicos, se intenta confirmar que no ha habido cambios significativos en el estado de ánimo ni comportamientos temerarios, que pudieran relacionarse con un episodio maníaco y con ello a un trastorno bipolar. También es importante, reafirmar que los síntomas no se explican por otros problemas psicológicos cómo podrían ser los correspondientes al espectro de la esquizofrenia.

La intensidad y la duración de los síntomas son clave para un diagnóstico

En el post ¿tengo depresión? hablaba sobre la importancia de la intensidad y la duración de los síntomas. Ambos aspectos son claves para decidir no solo la etiqueta diagnóstica, también lo más importante: el tipo de ayuda que necesitamos. Si pasamos dos semanas tristes, con pocas ganas de hacer cosas, puede que nos sintamos mejor sin ayuda médica ni psicológica, quizás es la forma que tiene nuestro cuerpo de decirnos que necesitamos un descanso del trabajo, o que aquella discusión con nuestra pareja nos ha afectado más de lo que pensábamos en un primer momento.

Cuando los síntomas descritos en los primeros párrafos perduran en el tiempo y afectan a alguna de las áreas de nuestra vida, como podría ser el deterioro de nuestras relaciones sociales o peor rendimiento en el trabajo, es posible que tengamos depresión y que la ayuda psicológica sea lo que necesitamos para superarlo.