¿Cuándo hay que solicitar ayuda psicológica?.

Generalmente, la decisión es resultado de un periodo de tiempo donde las cosas cotidianas “no parecen funcionar”. El malestar parece dominar alguna o todas las áreas de nuestra vida y los problemas en el trabajo, las relaciones con los demás y sobre todo, cómo nos sentimos con nosotros mismos, empieza a hacer mella en el día a día.

Los síntomas más frecuentes que nos sirven de aviso para consultar con profesionales de la psicología son:

• Tener la sensación de que no controlamos lo que nos ocurre. Cuando parece que, no importa lo que hagamos las cosas no están a nuestro favor y no hay nada que podamos hacer para cambiarlas.
• Falta de control sobre nuestros pensamientos. Cuando estos son negativos y recurrentes, ya sean sobre nosotros mismos, el futuro o nuestras relaciones con las demás personas:”no hago nada bien”, “nunca conseguiré lo que quiero”, “solo lo hace para fastidiarme”
• Sentir que nuestras emociones están descompensadas. Por ejemplo, sentirnos especialmente tristes ante sucesos cotidianos, que si bien no son agradables, no parecen corresponder con una emoción tan intensa: recibir una crítica y sentir profunda desolación.
• Frecuentes cambios de estado de ánimo para los que no encontramos una explicación.
• Cuando no somos capaces de controlar nuestra ira.
• Sentir miedo intenso ante ciertas situaciones como hablar en público, conocer a gente nueva, montar en ascensor o permanecer en sitios cerrados.
• Actuar impulsivamente llegando a realizar acciones que perjudican nuestra integridad física, como beber grandes cantidades de alcohol.
• Creer que estamos en una situación límite para la que no encontramos soluciones: constantes discusiones dentro de la pareja, altos niveles de estrés por cuestiones laborales o económicas, continuos problemas en el cuidado de familiares…
• Pérdida de hábitos saludables necesarios, como dormir el número conveniente de horas y alimentarse adecuadamente.
• Tener síntomas físicos, como dolores de cabeza o cansancio que no se explican por razones médicas.

Por último, aunque no sea una de las razones más habituales para ir a terapia, es igual de importante: querer mejorar cualquier aspecto de nuestra vida. Puede que quieras conocer cuáles son tus fortalezas personales, conocer las mejores estrategias para cuidar de tus hijos o hijas o simplemente, ayuda para plantearte y conseguir tus objetivos vitales.

En cualquier caso, no dudes en consultar qué puede hacer tu terapeuta por ti. Puedes hacerlo a través de los medios de contacto o solicitando cita. Tu primera sesión no tiene coste alguno.